Artículos de Isidro Toro Pampols .·.

martes, 28 de diciembre de 2021

La cooperación es inherente al ser humano

 

En sociología organizacional, la asociación es la unión libre de personas, grupos u organizaciones con fines propios, en el que las unidades agrupadas como miembros aportan su contribución en la realización de los objetivos comunes. Los seres humanos tienen necesidad de asociarse. Además, son selectivos ya que están en capacidad de elegir con quienes, por qué y de qué manera.

En la prehistoria, se asociaban grupos para dar caza al mamut, un mamífero mastodonte cuya altura oscilaba entre 2.3 metros de y los machos grandes podían llegar hasta los 2.8 metros de altura​ y pesar hasta 4.5 toneladas. Del mamut obtenían alimentos, cueros, huesos para fabricar herramientas, entre otras utilidades. Hemos de pensar que a un solo hombre se le haría prácticamente imposible darle caza y obtener los beneficios correspondientes.

Dos milenios a.C. florecieron las ciudades aqueas, en la Grecia Antigua. Estos Estados debieron surgir a finales del III milenio, cuando se desvanece la propiedad comunal, se desarrolla la propiedad privada, se hace presente la variedad de oficios artesanales, surge la diferenciación social y comienza a separarse la actividad agrícola de la ganadera y, por supuesto, de la manufactura.

Las construcciones eran inmensas moles de piedras sobre piedras edificando murallas, fortalezas y atalayas. Micenas, Troya y Creta conforman un triangulo que recibe el influjo cultural y comercial de Egipto y Mesopotamia, las grandes civilizaciones de la época que le sirven de preámbulo a lo que sería posteriormente la cultura griega. Con estos testimonios arquitectónicos nos podemos imaginar el grado de organización alcanzado por los gremios de constructores. No podemos especular sobre su autonomía, pero sí que existirían grupos que guardarían con celo las técnicas que les proporcionaban el sustento, el nivel de cooperación entre semejantes, al igual que las autoridades los resguardarían para que el enemigo no lo utilizasen bien en sus defensas o bien describiendo las protecciones de las ciudades griegas.

El hecho de desvanecerse la propiedad comunal no significaba que desaparecía organizaciones basadas en la cooperación de sus participantes, ya que la organización política administrativa de las ciudades aqueas, aunque existía la monarquía, no hay testimonio de que la relacionasen con un carácter divino, como en el caso de Egipto o Mesopotamia, y existían organizaciones representativas que tendría, igualmente, fuerza política para influir en las decisiones del rey. Recordemos que siglos más tarde nace en Grecia la democracia con sus particularidades, pero es el antecedente de la contemporánea.

El caso de Roma es igualmente singular. Tras la leyenda de Rómulo y Remo, fue rey Numa el Ceremonioso, electo por su sabiduría y amor a la justicia. Observamos que fue electo y según la tradición confió la dirección del culto a sacerdotes colegiados. Con el tiempo los plebeyos tuvieron sus asambleas que elegían a los tribunos de la plebe quienes tenían derecho a veto sobre las decisiones del Senado. Las casas de los tribunos de la plebe siempre estaban abiertas, de día o de noche, porque a cualquier hora un ciudadano podía acudir en búsqueda de amparo ante una injusticia. Vemos como se va nivelando la sociedad y se van adquiriendo nuevos grados de conciencia. 

Isidro Toro Pampols.·.

Pûblicado en el nùmero del mes de octubre del 2021 de El Cooperador 

 

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