Artículos de Isidro Toro Pampols .·.

domingo, 3 de octubre de 2021

La Grecia Clásica y el cooperativismo

Pensar de donde procede la manera como se manifiesta el cooperativismo como forma de vida, nos retrotrae a la Grecia Clásica, la del siglo V a C. 

Cuando pensamos en el origen de las instituciones, usualmente nos detenemos en el momento cuando se instituyó mediante algún hecho jurídico bien sea por ley, decreto u otro. Hay investigadores que hurgan más allá y buscan, aplicando la antropología cultural, profundizar en el tiempo y en espacios encontrando relaciones que han perdurado, con sus modificaciones, durante siglos.

La acción individual y colectiva que emprenden los individuos, constituyen una característica fundamental de la comunidad. Esta posibilidad comunitaria responde, por una parte, a la subsistencia individual y colectiva, y por la otra, al sentido ético de la participación común, en donde cada quien aporta lo que es capaz de hacer teniendo a la vista lo mejor que hay en él para satisfacer lo mejor posible las necesidades de todos.

Esta relación entre las actividades individuales y la provisión de menesteres comunitarios la encontramos desde la conformación de la familia, posteriormente en la aldea y, finalmente, en la polis (ciudad) griega: El hombre no se comprende al margen de la comunidad, y en este sentido es como se manifiesta su naturaleza humana.

En la Grecia Clásica la familia se instituye como el ente de cooperación común para la satisfacción de necesidades básicas, pero es en la ciudad donde se manifiesta más ampliamente el sustento de la vida humana, debido a que es el espacio donde los individuos son capaces de satisfacer todas sus necesidades vitales a través de la obtención de los frutos que se generan en la comunidad; asimismo, la ciudad es el fundamento sobre el que se edifica el bien porque permite satisfacer las necesidades de todos para la sobrevivencia de la comunidad, de ahí que el espíritu que inspiraba el saber de los pensadores griegos estuviera justificado en la razón de la polis.

Para Aristóteles, ejemplo de pensamiento helénico, la ética es un valor de la acción humana que mira por el crear capaz de orientar la actividad hacia la comunidad. El obrar se relaciona con la vida de la ciudad porque es en este ámbito donde los seres humanos son capaces de hacer común lo que es propio de cada quien a través del trabajo individual; el bien que procura el obrar es un bien hacia los demás, que para Aristóteles es el bien superior.

Ese pensamiento trasciende en el tiempo y hoy lo tenemos presente en varias expresiones sociales, entre otras en el cooperativismo, donde cada individuo aporta a una empresa colectiva más allá de sus posibilidades económicas y con su hacer y voluntad, en términos de igualdad con su asociados, construyen una organización donde cada miembro puede encontrar vías de autorrealización.

Así era en la Grecia Clásica, así es en el cooperativismo.

Foto fuente externa

Isidro Toro Pampols .·.

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